Cuando la energía vuelve hacia adentro: cómo el otoño transforma nuestro estado emocional

Cuando la naturaleza se repliega, nos invita a hacer lo mismo: a mirar hacia adentro, a escuchar el silencio y a honrar cada transformación, incluso las que duelen.

Desde niña he tenido la sensación de que el año empieza dos veces: una en enero y otra en septiembre, cuando el verano se difumina y la vida adopta un ritmo distinto con el reloj de nuevo más presente. Ese umbral entre lo que fue y lo que está por venir se llama otoño, un tiempo que nos invita a pausar, a mirar hacia adentro y a preparar el terreno para lo nuevo.

El otoño no sólo cambia el paisaje exterior, también transforma nuestro mundo interno. Con menos luz, días más cortos y un ritmo más pausado, nuestro cuerpo y nuestra mente entran en un ciclo de introspección. Comprender estos cambios nos permite acompañarlos con amabilidad y convertir esta estación en una oportunidad de autocuidado y transformación emocional.

¿Por qué en otoño nos sentimos diferentes?

El otoño no sólo transforma el paisaje: también cambia la forma en que nuestra energía se mueve. Tras la expansión del verano con su luz abundante, sus días largos y nuestra tendencia natural a estar más afuera, llega un tiempo en el que todo comienza a recogerse. La naturaleza se recoge poco a poco, y nuestro cuerpo y nuestra mente hacen lo mismo.

Gracias a la neurociencia, sabemos que la disminución de la luz solar modifica nuestros ritmos biológicos: altera la liberación de hormonas como la melatonina y neurotransmisores como la serotonina, influyendo en el estado de ánimo, el sueño y los niveles de energía. Por eso no es extraño que durante el otoño sintamos un ligero descenso anímico o una tristeza sutil sin causa aparente. Es parte de un ajuste natural que nos prepara para un ciclo propicio para la introspección y ritmos más lentos.

Como los árboles en otoño, a veces necesitamos parar para dejar caer lo que ya no nos nutre y preparar espacio para lo nuevo.

Lo que la naturaleza nos enseña

El otoño no afecta sólo a lo biológico: también nos invita a soltar. Al igual que los árboles dejan caer lo que ya no necesitan, para nosotros puede ser una oportunidad para dejar ir, desprendernos de etapas que terminan, relaciones, expectativas o versiones de nosotros mismos que han cumplido su ciclo.

En ese proceso pueden emerger duelos: algunos visibles, otros silenciosos, sin nombre ni ritual. Duelos por lo que fue y terminó, pero también por lo que no llegó a ser. Este movimiento interno puede remover emociones profundas que son parte esencial del cambio y la transformación en los seres humanos.

¿Cómo podemos acompañarnos en estos procesos?

Acompañar este proceso implica permitirnos sentir sin luchar contra lo que aparece. Abrir espacio a la introspección, o los ritmos más lentos, como parte del movimiento vital. La energía que se repliega no desaparece: se transforma, se reorganiza, y nos da la oportunidad de escucharnos más profundamente a otro ritmo.

El otoño nos recuerda que no todo en la vida necesita florecer constantemente. Hay momentos para expandirse y momentos para recogerse. Respetar nuestros ritmos, reconocer lo que se cierra o termina y honrarlo sin juicios es una forma de autocuidado y respeto hacia uno mismo.

Claves para cuidarnos en otoño

  • Darnos permiso para ir más despacio.
  • Reconocer y validar nuestras emociones en el día a día.
  • Soltar con amabilidad lo que ya cumplió su función.
  • Crear espacios de pausa para escucharnos sin prisa.
  • Honrar nuestros ritmos internos.

Este viaje de soltar y replegarse requiere presencia y, en ocasiones, acompañamiento. Escuchar nuestros ritmos internos y sostener con cuidado lo que emerge en este tiempo puede ser, en sí mismo, un acto de transformación y renovación.

Cada etapa de silencio y recogimiento nos acerca a lo que realmente somos.
— Inspirado en C. G. Jung

Te deseo un Feliz Otoño 😊

 

Felicidad Molins

Felicidad Molins

Psicóloga Sanitaria, terapeuta EMDR experta en apego, trauma y psicoprofilaxis médica, parejas, familias y adolescentes. Psicoterapia Integrativa, Terapia Sistémica y Gestalt. Psicología de la Salud.